De vez en vez abandono las letras y no porque lo necesite, no porque no exista inspiración, pero sí por un profundo deseo.
Hasta hoy he disfrutado de cierta oscuridad en mis temáticas, de cierta tragedia y depresión que no podría ni debería durar por siempre.
Lo sé, a veces los cambios no son lo mejor, por ejemplo, los músicos que hacen letras deprimentes y un buen día son felices, se van a pique pues su público espera raspar sus venas con sus letras, pero sí de pronto todo es luz, no hay con qué rascar.
A mi no me importa en realidad que alguien quede sin una piedra con la que se rasque o se deje marcas en la piel, al contrario.
Sé que este viaje por las letras, comenzado mucho antes de lo que se piensa y con más estaciones de las trazadas en este mapa, saldrá tarde o temprano a La Luz.
Y es que no todo puede ser oscuro, sé que he aprendido mis lecciones, que hoy soy mejor que ayer y que me rodeo de personas mejores a las de ayer.
Sé que puedo distinguir entre quién llega por un instante y quién tiene ganas de quedarse y sé que pronto mis letras hablarán de ese alguien.
Quizá cuando ese alguien llegue, escriba también de tragedias, pero también de alegrías, tonalidades poco oscuras y alegrías infinitas.
Quizá ya llegó y es quien creo que es o quizá esté aún entre las sombras, es cuestión de descubrirlo como en un cuento de detectives.
Al final, sí, al final te estaré esperando.
Ilustración: Scott Listfield